Más que el castigador, el antihéroe protagonista se debería llamar el castigado, ya que a lo largo de trece capítulos, además de repartir balas y tortazos sin miramientos, recibe altas dosis de su propia medicina quedando al borde de la muerte en casi cada capítulo. Algo un tanto inverosímil teniendo en cuenta que no tiene ningún super poder más allá de sus conocimientos bélicos, y por lo visto una resistencia sobrehumana.

Al margen de recursos narrativos, a nivel de guión nos encontramos con una historia de venganza que se inició en la segunda temporada de Daredevil, y que no da como para una serie propia. La mayoría de episodios dan vueltas sobre lo mismo, y la trama se podría haber liquidado en la mitad de tiempo, aunque para que no se note nos introducen varios personajes nuevos que no acaban de conectar con el espectador y que resultan bastante insulsos. En el lado positivo tenemos un protagonista que atrapa tanto por su personalidad como por el actor perfecto para interpretarlo, quien nos deleita con mucha sangre y violencia desenfrenada, aunque sea contra un villano poco exigente.

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