Es verdaderamente agradable descubrir que en "Lucky", la mayor sorpresa, es que no hay sorpresas. Es una dramedia en la que por fortuna no entran en juego enfermedades lacrimógenas, ni impertinentes familiares alejados, ni evidentes estigmas sociales usados por activa y por pasiva; aquí solamente están: Harry Dean Stanton comiéndose la pantalla, su sentido del humor y una valiosa lección de vida que calará en todo tipo de espectadores.
"Lucky", debut en la dirección del actor John Carroll Lynch, nos narra el día a día de un anciano nonagenario que vive despreocupado en el tramo final de su vida hasta que repara, de sopetón, en esto último y empieza a plantearse diferentes cuestiones sobre su existencia. Seguramente la película no brille por una realización vigorosa, o por ser un alarde visual sin paliativos, ni por gozar de un potente elenco de secundarios, o por poseer un ritmo endiablado; nada de todo eso. "Lucky" sobresale por ser una dramedia tremendamente realista, sin colorantes ni conservantes entre sus ingredientes, y muy natural. El film es de esos que se ven con una continua sonrisa de agrado en la cara, la sonrisa del que sabe que está viendo verdad. "Lucky" es un espejo que refleja lo que, por desgracia, no es el mundo real. Nos muestra un emplazamiento de la América rural casi alejado de la mano del creador pero al que dan ganas de ir, y unos personajes de esos que dan ganas de ser.
Dentro de lo maravillosa que es "Lucky" en conjunto y de los grandes momentos que ofrece, no ya en la forma, sino en el fondo, quiero destacar uno que me conmovió especialmente, llegando a ser seguramente lo más melodramático de un film para nada melodramático. Toda la escena de nuestro protagonista con el "I see a darkness" de Johnny Cash de fondo me pareció brutal. Esa escena mete por vía intravenosa el temor ante la incertidumbre en el espectador, siendo de un poderío tremendo.
En definitiva, "Lucky" me ha encantado. Lo peor es que pueda parecer una cinta menor, o un vehículo para el lucimiento de Harry Dean Stanton, erróneo pensamiento de quienes no se hayan decidido a dejarse llevar por la película. Es una pequeña cinta testamento interpretativo de Harry Dean Stanton, que es muy diferente.