Celebré el nonagésimo cumpleaños de Clint Eastwood revisando por nonagésima vez, como poco, esa masterpiece llamada "Gran Torino".
No voy a extenderme demasiado desarrollando las virtudes del film; espero que valga más una imagen que mil palabras y que, por ello, mi nota hable por mi. Lo que sí diré es que, once años después, lo sucedido en la 81° ceremonia de los Oscar aún sigue escociéndome como aquella fría madrugada del 22 de febrero. Lo de que "Slumdog millionaire" (Danny Boyle, 2008) venciera fue de risa, pero lo de que "Gran Torino" ni siquiera estuviera nominada fue ya un despropósito gargantuesco. Qué trompazo tan estridente.
Por cierto, y volviendo a "Gran Torino", la escena de Clint poniendo a caer de un burro a su hijo Scott es oro puro.