La base de "Bodies bodies bodies" bien sabéis que me flipa. Y si no lo sabéis, os estáis enterando ahora. Varios personajes encerrados en un entorno teóricamente controlado, o no, y un peligro que acecha en las sombras. Pero por algún extraño motivo, aquí nunca me ha terminado ni de seducir ni de atrapar. Y no sé muy bien por qué. Lo hablaré con mi terapeuta, supongo.
Hay ideas muy potentes en esta cinta de Halina Reijn que, perfectamente, podría haberse convertido en la "Scream" (Wes Craven, 1996) de toda una generación. Eso de armar un slasher que no es un slasher, me parece flipante. Una magnífica vuelta de tuerca justo cuando ya parecía que todo estaba inventado. Todo ello además construyendo una negrísima sátira sobre el concepto de amistad en pleno siglo XXI. Pero lo dicho. A pesar de esos puntazos, y de una base que me pirra, "Bodies bodies bodies" me ha dejado tibio. Muy tibio.
A nivel reparto el film va guay. Aunque habrá que ver con el tiempo sí su reparto de jóvenes promesas se revaloriza o se devalúa. Algo que afianzará, ya sea para bien o para mal, la opinión que ya se tenga sobre la película.