Una película que sin ser demasiado impactante desde el punto de vista del guión sí que pasará a la historia por ser la última de Heath Ledger, que se suicidó a medio rodaje. Se introduce un cambio argumental que justifica su sustitución por actores que físicamente no se parecen en nada como Jude Law o Johnny Depp. Y lo hacen de una forma digna, pero sin llegar a encumbrar la mejor actuación del intérprete original.

Al margen de ese hecho, esta película es destacable por ser un auténtico espectáculo visual, de colores y de efectos especiales al que asistimos cada vez que los personajes cruzan ese portal a otra dimensión. A ese respecto se muestra una enorme imaginación y capacidad para construir esos escenarios. Pero el ritmo de la historia es lento durante una buena parte de la misma. Aún así, no deja de ser una obra curiosa de ver por su planteamiento original y muy distinto a la estética mainstream a la que estamos acostumbrados a ver.