El mundo que nos presenta ésta película no parece muy lejano al que vivimos nosotros mismo. Un gobierno opresor domina un país con mano de hierro, sin libertad de expresión, sin libertad ninguna. Casi igual que nosotros pero sin el IVA tan alto, osea mejor aún. Pero tras esa seguridad gubernamental hay un enmascarado que quiere destruirla, literalmente. La justicia no se obtiene casi nunca mediante palabras, sino ante hechos. Y quien se atreve rebelarse contra dicho régimen, es por supuesto alguien que ha sufrido sus garras y sabe hasta qué punto llegan esos malnacidos para hacerse con el poder. Por eso, sabe que denunciar no es suficiente (aunque él tampoco haya pensado en esa posibilidad). El único medio para hacer justicia es fuego y destrucción, lo mismo que usaron ellos tiempo atrás. Sin duda alguna uno de los mejores thrillers políticos que he visto.

"El pueblo no debería temer a los gobernantes. Los gobernantes deberían temer al pueblo"