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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
4
Drama Un grupo de banqueros decide crear un partido político que vele por sus intereses. La candidata elegida para representarles es Begoña Ansúrez, una bella mujer de negocios que pronto descubre lo difícil que resulta desenvolverse en el mundo de la alta política. Ella, que pensaba que su trabajo consistiría en ir con la verdad por delante, se encuentra en los despachos con numerosas intrigas y cruces amorosos. (FILMAFFINITY)
14 de agosto de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da pena no coincidir con el comentario de esteve, que es el motivo por el que vi “La diputada”. Me hizo gracia, aunque creo que pecó de benevolencia.

Muchas veces pienso que puedo descubrir alguna “perla” perdida, incomprendida o menospreciada, pero desafortunadamente no es el caso presente.

Javier Aguirre es uno de los directores más desconcertantes del cine español, quizás por esa razón me interesa.
De gusto vanguardista y gran entendido en cine experimental, ha hecho de todo. Eso implica desde películas aberrantes, como las protagonizadas por el grupo musical Parchís, a películas comerciales que garantizaban ingresos personales para subsistir, como “Soltera y madre en la vida” con Lina Morgan, “Soltero y padre en la vida” con José Sacristán o “El astronauta” con Tony Leblanc. También fiascos comerciales como la desagradable “Rocky Carambola” con Torrebruno, el cine del destape de clasificación “S” como “El consenso” o comedias que a más de uno podrían dejar boquiabierto como “En busca del huevo perdido” con las Hermanas Hurtado, de gran éxito en locales de periferia y cines de verano. Reconozco que a mí me supuso un gran impacto emocional y sobre todo recuerdo a todo el público tronchándose mientras aplaudía.

Su faceta más independiente ha generado desde “Vida perra”, un monólogo a cámara dedicado y protagonizado por su mujer, Esperanza Roy, una de las actrices nacionales más grandes, versátiles y desaprovechadas por la que merecía haber ganado el premio a mejor actriz ese año que la película fue a Venecia, o “Medea 2”, una rareza que cuenta con un gran reparto que cobró lo mínimo para que pudiera rodarse, que es de los experimentos menos conocidos de nuestro cine y a mí, dicho sea de paso, me encantaría poder ver algún día. Sirva de súplica esta mención.

El caso es que “La diputada” es un drama fallido, que parece haberse rodado a la ligera, previsible en todo momento y cuyo interés no funciona. Su reparto se limita a lo que deben hacer, pero sin garra en ningún momento, con unos personajes planos y, a veces, hasta aburridos. Clama al cielo lo desaprovechada que está Paca Gabaldón con un papel olvidable.

Desde sus feísimos títulos de crédito a su fría fotografía, todo lo que envuelve a “La diputada” es un aire anacrónico que parece haberse rodado casi una década antes de lo que fue realmente.

Ya, con más delito, son los estilismos, especialmente los de Victoria Vera. Influye la época que se rodó, bastante “choni”, con pelos fritos y cardados nauseabundos, pero es que además se recurren a modelos pretenciosos, más que de firma parecen de “boutique” de cuarta, como los que salen al principio en los desfiles de moda en Barcelona o Sevilla, que son para morir del disgusto. Viéndola ahora, ya sé de dónde se inspiró la “pseudo- cantante” María del Mar Cuena Seisdedos, la que fuera Tamara, que luego fue Ámbar y posteriormente Yurena, la del “No cambié” o “A por ti”, vamos. Hay planos en que Vera parece ella. Tan solo al final, se opta, a saber quién fue quien se le ocurrió, que Vera llevara un moño y pelo con fijador, como aparece en la cartelera, un poco a lo Betty Missiego salvando las distancias, para su monólogo final, quizás lo mejor del film, y la única oportunidad real de lucimiento actoral de la actriz, pero que llega tarde, la película ya se ha ido al traste y es irrecuperable.

Eso sí, y con gran diferencia, lo peor es la música. Me niego a llamar banda sonora lo que ha hecho Antón Larrauri, y lo siento, porque es un músico venerado. Es de las peores músicas que he visto jamás en ninguna película: un sintetizador constante que provoca mareo, que carece de intenciones dramáticas de cualquier tipo y hasta provoca angustia.

“La diputada” como fallida y anodina que es, pasó sin pena ni gloria en taquilla, no me extraña, ni tampoco destacó entre la crítica ni supuso nada a ninguno de los que integraban el equipo. Una pena, porque podía haber dado más de sí. Quizás por eso engrosa la triste lista de que, la mayoría de los títulos nacionales que tocan el mundo de la política en España, no han sido relevantes en ningún sentido, con lo que tenemos aquí...
Maggie Smee
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