Con la historia, los gags, los diálogos y los divertidos momentos de fantasía terrórífica creados por las perturbadas (por fortuna) mentes de los hermanos Raimi (el hermano de Sam co-escribe el guión) te ríes, te diviertes y encuentras entrenimiento elevado a la máxima potencia.

Pero es que después además, con la fotografía, la puesta en escena, la ambientación, los efectos visuales y los magníficos y contínuos movimientos de cámara de Raimi quedas simplemente fascinado por el carrusel de imágenes asombrosas que desfilan ante tus ojos.

Y después, claro, está el hombre del brazo motosierra, y ahí ya es cuando dices: ¡la madre que os pario!