Si no recuerdo mal fue premonitorio cuando leí a Arnie contar en una entrevista en la que nos vendía las virtudes de su segundo papel convertido en villano, que esperaba que en Warner Bros no se arrepintiesen de haberle esperado -rodaba Eraser, con la misma major- para incorporarse a la gran (o casi que única) franquicia superheroica de los 90, y que esperaba "que cuando se estrenase Batman X" (cosa que todavía no ha sucedido) se le recordase como villano tras tantos años.
Para bien o para mal así es, o por lo menos lo es más que sus ilustres precedentes como el congelado científico de Gotham: Eli Wallach, Otto Preminger y George Sanders... ¡se dice pronto!
Y ya que los menciono, no veo motivos para omitir que, con más razón si cabe -Tim Burton ya no figuraba ni como productor, y que yo sepa tampoco había otro montaje del director alternativo- la segunda "batpelícula" de Schumacher tomaba plena conciencia de ser una adaptación cinematográfica (aunque no la primera) en espíritu del show televisivo de los 60's con Adam West y Burt Ward reciclados con pezones de latex o, respectivamente, desdoblándose como el Bruce Wayne gambitero de George Clooney -el mismo que no sale de la cueva sin la battarjeta de crédito, o le da calabazas a Elle McPherson- peleándose durante toda la mayor parte de la película con Chris "Robin" O'Donnell:
"¡Yo también quiero un coche, es lo que enrolla a las nenas!".
Uma Thurman pasa de nerd -como su hija hoy en 'Stranger Things' pero con una caracterización absurda- al tributo "strip gorilla" de Dietrich o pasearse con un luchador de wrestling que supestamente es Bane -su nombre es lo único que sabe decir- hasta que encuentra la horma de su tacón -dios nos libre de verla peleando con el murciélago- en una embutidísima Alicia Silverstone como la BatGirl de la que Vin Diesel se sentiría orgulloso en sus escapadas a motor clandestinas trapicheando con gangstas customizados de la Naranja Mecánica o el rapero Coolio organizando el cotarro.