De nuevo la sobreutilizada fórmula "Doctor en Alaska" es mimetizada en un producto prefabricado "para niños y adultos", es decir en un film absolutamente infantil en su puesta en escena y maneras aderezado con un par de guiños que los críos no pillarán.

Más allá de la ocurrencia de un mundo habitado por coches que viven y sienten como humanos poco más se puede destacar, a falta de la acostumbrada eficacia en los gags de este tipo de producciones, pero contando, eso sí, con la clásica moralina fácil y guión de corta y pega, el resultado es que visionarla se hace extremadamente aburrido.

Primer pufo importante de la -hinchada hasta la extenuación- factoría Pixar, que aquí perdió parte de su reputación como estudio "artesanal", al que sólo salvan de la debacle más absoluta las secuencias de carreras, especialmente la última, muy bien ejecutadas y técnicamente sorprendentes aún siete años después, al fin y al cabo, la animación siempre ha sido lo más destacable de las películas de Pixar, por muchas motos que nos vendan.