Ver "Touch of Evil" es como ir a un concierto en el que a parte de escuchar la música en su conjunto (y ser maravillosa), uno sabe que va a escuchar unos solos apoteósicos.
Eso es "Sed de Mal", una película de cine negro, negro y oscuro, negro y tenebroso, negro y más negro. Una película con una técnica visual asombrosa, fabulosa, prodigiosa... porque es que así era Orson Welles: asombroso, fabuloso, prodigioso,… único.

Recuerdo la primera vez que la vi que me impactó el juego de luces y sombras con el que el sr. Welles me hizo disfrutar como nunca antes lo había hecho. A partir de ese momento entendí que el cine era mucho más que un buen guión o unas buenas interpretaciones y dejé de ver películas por los actores que saliesen en ellas y comencé a verlas por sus directores.

No puedo comentar (porque sería un insulto) el plano secuencia inicial, pero desde luego son mis títulos de crédito favoritos. Creo que en esos dos o tres minutos iniciales Orson Welles se gastó más del 50% del presupuesto de la película, pero valió la pena.

En definitiva, Sed de Mal es una de las mejores películas (si no la mejor) de un genio llamado Orson Welles.