No me gustan los musicales por norma general, no me gusta casi nada perteneciente a lo que entendemos por música comercial-pop, no me gustan los grupos a-capella como tal, y el género de adolescentes/universitarios está entre mis últimas opciones... pero me gustó y mucho.

Y principalmente la razón de mi adoración inesperada por esta película reside en haber conseguido transportar las maravillosas cintas de John Hughes a pleno 2012. Parecía que el género había quedado relegado a películas de sobremesa o blockbusters rellena carteleras, pero Jason Moore consigue que Dando la Nota sea un placer culpable casi desde el principio. Uno puede disfrutar más o menos de su música o de su romántica propuesta, pero se engancha de una manera difícil de explicar.

Es una película auténtica, que no necesita de orgías universitarias repletas de alcohol ni de demasiado Swag. Pitch Perfect es una película bastante auténtica, y además es capaz de introducir el suficiente espectáculo para que todo eso no quieras que termine. Una también inesperada Anna Kendrick se rodea de un reparto de secundarios muy estrafalario que funciona muy bien.

Dando la nota es como un grupo a-capella, se mueve entre lo sorprendente y lo ridículo pero en todo momento tiene los pies en el suelo. Una anomalía tan rara que me cuesta creer que la segunda parte siga por estos mismos derroteros y no caiga en cosas más evidentes.