La comedia dramática es un género que todavía está por explotar. Sí que es verdad que también es un género del que podemos cansarnos muy pronto, acabando por ver todas las películas como un ejercicio pretencioso más que como un acto natural. Hasta la vista podría ser precisamente de esas películas que se situarían en ese segundo grupo, pero dado que todavía no hay tantas en el género sale beneficiada al final.

Geoffrey Enthoven nos presenta tres personajes bastante diferenciados. El que da pena, el que va a aportar el evidente drama, y el que cae fatal. Los tres juntos terminan por dar a la película un equilibrio que tiene esas tres emociones como pilares principales y de las que no nos sacudimos en ningún momento. Todo desde un tono cómico que busca más la sonrisa y la empatía que la carcajada porque sí.

Lo peor de la película es que es demasiado predecible. Tiene momentos demasiado evidentes y todo se desarrolla dentro de una estructura que no sorprende a nadie. Hasta la Vista te puede ganar por entrañable, pero no por profunda como otras producciones del género que si atravesaban esa frontera como El Octavo Día. Es casi como si fuera una nueva entrega de la saga Resacón pero con tintes algo más dramáticos por su mero contexto. Sin embargo, es de agradecer que Geoffrey Enthoven no se dedique a buscar la lágrima fácil.