Esta película es un claro ejemplo de la utilización de actores consagrados, como Robert De Niro y Sigourney Weaver, para tratar de ensalzar una historia poco original. El truco resulta efectivo, sólo a ratos. Sin embargo, los momentos del filme en los cuales los veteranos del celuloide no actuan, me provocan una gran añoranza y, dejan al descubierto los defectos de un largometraje pobre con pretensiones de grandeza. Pero lo peor del asunto es que al ver la actuación del gran Robert De NIro, te cuestiones si realmente es uno de los grandes. Seguidamente te embarga un sentimiento de tristeza y rabia. Tristeza al ver a los actores, que son pesos pesados, bajar de categoría estrepitosamente; y rabia al intuir que su descenso va ligado a la ambición de recaudar dinero por parte de productoras y estrechamente vinculado a la necesidad de reconocimiento de un director en auge, que no por ello brillante, a sabiendas del detrimiento de los mitos de la gran pantalla.
Me pregunto por qué grandes actores, como Robert De Niro, Jack Nicholson, Anthony Hopkins o Liam Neeson, sucumben en participar en películas de serie B, después de haber realizado grandes interpretaciones en películas míticas, imposibles de olvidar. ¿ Lo hacen por un amor incondicional al arte ?, ¿ Lo hacen por dinero ?, ¿ Lo hacen por no caer nunca en el olvido ?. Quien sabe. Su comportamiento se podría comparar al de los grandes deportistas que no saben, no quieren o no pueden retirarse en el momento idóneo de sus carrerras, con las consecuencias negativas que dicha elección les aporta.