Stallone dio de comer al público norteamericano lo que mucha gente estaba pidiendo a gritos en plena Guerra Fría ochentera. Muchos devoraron el guiso por inercia y corrieron a las tiendas a comprarse calzoncillos con las banderas de sus países para fardar y poner cachondas a sus novias o ligues; pero sin desmerecer el oportunismo de la película y la excelencia de los combates que en ella se ven, Rocky IV es principalmente un panfleto dirigido a masas ávidas de portar una pancarta con la que identificarse.

Obviedades aparte, no debemos olvidarnos de que muchos, en nuestra juventud e inspirados en las peleas de Rocky en el ring, decidimos en su momento dado armarnos de valor y pegarle un merecido puñetazo al típico compañero abusón que se divertía insultando a sus compañeros. Y esto no es moco de pavo. Por ello le doy más que un aprobado. Y por la música de las escenas del entrenamiento, sensacionales melodías a base de sintetizador Fairlight.