No me ha parecido ni una película increíble, ni un bodrio aburrido. Pero eso es lo de menos.
A mí lo que me ha llamado la atención y me ha mantenido pegado a la butaca durante casi tres horas, ha sido la impecable fotografía del señorito Roger Deakins. No suelo indagar sobre el apartado técnico después de ver una película, pero admito que gracias a este profesional voy a intentar quedarme a ver los créditos de las películas hasta el final, porque es nuestra atención y reconocimiento lo que estos trabajadores en la ''sombra'' merecen. Y no ese témpano de hielo llamado Ryan Goslin que repite el papel de vegetal emocional que hacía en Drive . Solo que en este film está justificado. Jeje