Una historia muy interesante pero complicada de rodar, se convierte en una extraordinaria película.

La neutralidad en la narración de Mindscape la hace encantadora porque nos sumerge hasta el fondo, sin artificios de ninguna clase, en los recuerdos de los dos personajes principales y de la eterna duda de si realmente estamos presenciado la realidad o una adulterada gran mentira (otra vez tenemos como referente la gran canción de Guille) y todo esto con el interesante punto de partida de que la percepción de la realidad es siempre el mismo camino sin retorno (parecido al de Otto Preminger), la idealización del pasado con la consiguiente infravaloración del presente es innata en el ser humano.

Grandes planos como los exteriores de la casa donde vive la adolescente e interpretaciones convincentes para un hábil desarrollo argumental al compás de un sugerente tic tac, ¡imprescindible!...