Un ritmo muy acertado, un reparto de lujo y unas actuaciones brillantes, todo esto sumado a una historia que con tintes mágicos o fantásticos hechiza al espectador más otro toque mágico: Woody Allen.
Woody Allen hace una oda a la nostalgia a la vez que hace lo que siempre hace: los tradicionales problemas de pareja con raíces en un complejo interior llamado Woody Allen.
El personaje de Owen Wilson (todos querrían ser Wilson cuando uno ve la película) es aquí quien interpreta a Allen y es a la vez un enamorado de París (más que de su mujer, quien no tiene pasión en la vida más que por cosas frívolas y materiales). Wilson es un enamorado de la vida. O de la de otros, y por eso no sabe encontrar su lugar, pero cuando lo encuentra está lejos de su realidad.
Todo esto, más un toque de fantasía configuran Midnight in Paris. Una cinta mucho más que recomendable y muy imaginativa.

Pero, aprovechando la película, voy a hacer una comparativa entre la carrera de Picasso y la de Allen. Cuando uno estudia la trayectoria de Picasso no se dice que tenga una etapa buena y otra mala, se habla de etapas diferentes y que en todo caso vienen condicionadas con motivos o características diferentes. Quiero decir, para todos los que vean al Allen del pasado siempre un mejor Allen, que en pocos años Allen ha dado películas como Si la cosa funciona, Blue Jasmin o Conocerás al hombre de tus sueños. Y no solo son grandes películas, sino que son películas que se han realizado ahora siguiendo unas pautas contemporáneas al autor. No se puede culpar a Allen por hacer cine hoy y que no huela a cine desfasado o de otra época. Aún más, si lo hiciera le caerían muchas críticas por ello. Pero incluso si lo hiciera, no dejaría de ser la visión de Allen.
Al césar lo que es del césar y a Allen lo que es de Allen: nadie como él sabe hacer este tipo de cine. Allen ha creado un género propio donde en verdad él es el protagonista y nadie mejor que él va a realizarlo.