Es cierto que el patriotismo de "Elegidos para la gloria" es descarado. De hecho esto hizo que en 1984 se estrenara una versión en Europa, o por lo menos en España, reducida de sus tres horas originales a poco más de dos. Así la conocí yo en video. No fue hasta su pase en TVE que la película tuvo su montaje original que es el que se mantiene en la ediciones posteriores.
Toda completa es grandiosa, profunda y épica. Pero es precisamente en sus últimos pasajes, en la convención tejana, donde una escena especialmente lírica, que había sido eliminada, me emociona especialmente. En ella, a través de las miradas de los componentes del proyecto espacial mercurio, en paralelo al un último intento de alcanzar la gloria del piloto de pruebas que interpreta Sam Shepard, y con el fondo de un número musical de una bella bailarina, se ensalza todo el conjunto hasta niveles pocas veces alcanzados en el cine de estas características.
Al margen de ese gran momento toda ella esta repleta de humanidad. Es glorificadora y a la vez crítica. Es un fresco histórico vibrante y a la vez casi parece un documental. Todos los personajes estás bien definidos y majestuosamente interpretados por un elenco en estado de gracia. Especialmente destacables son los momentos de humor que interpreta Scott Glenn.
Justo su humor y el prólogo en el que la magnífica fotografía y planificación rememora los grandes pasajes que tan bien describía John Ford lo que hace que este fresco de la América de los 60 mantenga un tono alejado del patriotismo barato.