Pues nada, otra más de la guerra civil, esta vez encubierta bajo el supuesto mundo del artisteo en esos años.

Ésta con niño espabilado, que siempre viene bien para tocar la fibra al personal (que está deseando que se la toquen, por otro lado) y con señor artista viudo de familia, que siempre causa la empatía del respetable.

No voy a extenderme en la cantidad de cosas que se narran y que son absolutamente inverosímiles por las circunstancias de la época. Ya lo han hecho otros usuarios antes con gran brillantez. Tan sólo apuntar una vez más el hartazgo por la recurrencia infinita en seguir regalándonos estas historietas que sólo pretenden la lágrima fácil y la misma carencia de ideas.

Lo de sacar a Miliki a pasear ya fue el colmo.