Atención que vienen curvas. La mini-serie trata de física cuántica, gatos de Schrodinger y paradojas matemáticas que nadie entiende. Desde que el átomo de Einstein nos demostró que Dios no existe, son muchas las corrientes de pensamiento que buscan en la ciencia una nueva religión. Es decir, lo mismo pero distinto.

"Devs" es un secreto departamento de un laboratorio de San Francisco, encargado de investigar las trascendentales posibilidades de la informática cuántica. Como ya ocurría en su anterior película "Ex Machina", su director Alex Garland nos transporta a su personal mundo de arquitecturas tecnológicas. Espacios sofisticados de hormigón, cristal y luces de neón, sin olvidar el mensaje ecológico con sus verdes bosques al fondo. Todo muy zen. Como si el Corte Inglés contratara al Dalai Lama para dirigir la campaña de otoño.

A pesar del pausado ritmo budista de las escenas, la mini-serie mezcla de manera muy adictiva el tecno-thriller con la duda filosófica que plantea el determinismo científico. ¿Es el hombre libre de poder elegir o está condicionado por factores científicos que no puede controlar?. La pregunta es pretenciosa pero no por ello deja de inquietarnos. Incluso podemos coincidir en que la respuesta de Alex Garland peca de arrogancia por no llamarla paja mental. Pero qué puñetas! es muy sugerente.

Un consejo a los que pensáis echar el currículum en "Devs": no esperéis nada bueno de un laboratorio tecnológico cuyo logo es el rostro de la hija muerta del fundador, un señor con aspecto de marinero del Rainbow Warrior que para colmo se llama "forest" (bosque en inglés).