Haz click aquí para copiar la URL
España España · Premià de Mar
Voto de Martí:
7
Animación. Fantástico. Comedia. Aventuras Durante décadas, Ralph ha vivido a la sombra de Repara-Félix Jr., el chico bueno de su videojuego. Cansado de ser el malo de la historia, Ralph decide tomar el asunto por sus propias y gigantes manos, y se lanza en un viaje a través de los distintos mundos y generaciones de videojuegos para demostrarle al mundo que él también puede ser un héroe. (FILMAFFINITY)
31 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
(continuación del artículo "El Legado de Pixar", visible en http://cinemaspotting.net/2012/12/30/el-legado-de-pixar/)

Walt Disney nos ha traído cinco películas desde que John Lasseter entrara en dicho estudio. Lo cierto es que en conjunto estas desprenden una clara inestabilidad estilística, pero como películas independientes dan una mediana considerablemente buena.

La primera pieza, Conociendo a los Robinson, parecía un modesto experimento que aunaba los rasgos más llamativos de Disney y Pixar. Por parte de la productora veterana teníamos un poético cuento familiar algo almibarado con un final feliz dotado de su pertinente moraleja. Por parte de Pixar descubrimos un mundo fantástico presentado con agilidad aunque de forma contenida, además de un personaje principal cuyo objetivo topaba con ingeniosos obstáculos a los que la historia daría la vuelta en un elegante desenlace.

Las cuatro películas que la siguieron parecen un juego de malabares en el que tratan de encontrar el equilibrio perfecto entre los dos estilos. Bolt supuso una clara exageración de identidad por parte de ambas productoras (historia sensiblera contada con secuencias y personajes del más puro estilo Pixar, en resumen, una magnificación de la esencia de Conociendo a los Robinson) y Tiana y el sapo fue el regreso al viejo estilo Disney pero con un tratamiento narrativo muy refinado, en el que se reconocía el sello de Lasseter. A continuación llegó la más disneyana de las cinco producciones, un film en donde la identidad pixariana tan solo asomaba la cabeza en contados momentos: Enredados (en ocasiones considerada la más cercana al nuevo estilo Disney). Pues bien, más interesante es que la pieza que nos ocupa, lejos de consolidar dicho nuevo estilo, parece darle la vuelta a la tortilla. Y es que todo aquello que la convierte en una buena obra recuerda inmensamente al estilo de Pixar.

1.- El legado de Pixar: Fantasía cercana a la realidad

En ¡Rompe Ralph! descubrimos un mundo escondido dentro de los videojuegos del que los humanos solo conocen su superficie. Los personajes viven ocultos de la realidad y solo se dejan ver por las personas cuando estas desean jugar con ellos. ¿Les suena de algo? Y además del contexto, la forma de presentar dicha sub-realidad recuerda exageradamente a la fórmula Pixar: un universo surrealista que tiene sus propias reglas, dotado de una curiosa coherencia y con claras similitudes hacia el mundo real. Veamos un ejemplo.

Los personajes sienten un gran temor de que la consola a la que pertenecen sea desconectada. Para evitarlo deben esforzarse en ser divertidos y no quedarse nunca anticuados, algo que podría extrapolarse a nuestro temor al despido (igual que podía extrapolarse a la muerte la figura metafórica del desván en Toy Story). Tenemos, además, la oscura, sugerente y bien escogida imagen de la mano humana depositando el cartel de “Fuera de servicio” en la pantalla del juego, algo que adquiere un carácter simbólico representante de lo más temido por todos los personajes. En resumen, se trata de un refinado universo ficticio que gracias a su contención y proximidad a lo real resulta tremendamente creíble.

2.- El legado de Pixar: Personajes y emoción

Centrémonos ahora en los personajes. Aunque estos no posean una deslumbrante profundidad, están fantásticamente caracterizados y cada uno tiene su propio carácter. El público olvida encontrarse ante un dibujo animado y pasa a ver al personaje más allá de sus rasgos físicos como si de una persona real se tratara. Incluso el antagonista tiene un estudiado carácter que lo desmarca de cualquier villano conocido hasta la fecha. Esto, sin duda, es mérito exclusivo del film, pero su forma de desarrollar la trama paralelamente al crecimiento de los personajes forma parte del experimentado estilo pixariano. Permítanme que me explique.

La película desprende un trepidante dinamismo que, a pesar de no cesar en ningún momento, sabe muy bien cuando aflojar el ritmo para que podamos identificarnos con los protagonistas. En las secuencias realmente importantes no le hacen falta planos ingeniosos ni movimientos de cámara exagerados, puesto que el argumento y los protagonistas tienen fuerza suficiente para arrastrarnos a su mundo. Huelga decir que este medido uso de malabarismos visuales forma parte de la herencia de Pixar.

¿Fin de un ciclo?

Que Pixar fue la descubridora de una nueva y maravillosa forma de contar relatos no es ningún secreto, y Disney lo sabe, pues contra todo pronóstico en este suyo último trabajo ha decidido anteponer la calidad aportada por dicha productora ante el sello de disney, algo, desde luego, honorable. No hay nada escrito sobre los nuevos caminos de los creadores de Aladín y El Rey León, menos aun observando este giro de direcciones. Solo podemos decir que ha quedado demostrado que su supervivencia es posible.

Por lo que respeta a Pixar, tal vez este sea el canto de cisne de una productora que nos ha dado mucho más de lo que cabía esperar y que no solo ha reinventado un lenguaje sino que además ha lanzado al aire renovadoras fórmulas a modo de salva vidas para la nueva animación. Una productora que, a pesar de sostener todavía su prestigio, tal vez esté dando sus últimos coletazos (el cielo quiera que esté equivocado). En cualquier caso, gracias por este obsequio.
Martí
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow