David Fincher aprovechó el guión perverso, retorcido y sumamente ingenioso de Andrew Kevin Walker para parir la que seguramente sea su gran obra maestra.

Se trata de un magistral thriller criminal en el que un par de detectives de personalidad y características totalmente opuestas tendrán que unir fuerzas para resolver una serie de crímenes cometidos por un asesino en serie que se basa para perpetrar sus fechorías en los siete pecados capitales.

Fincher realiza un espléndido ejercicio de estilo cuya fascinante estética con contrastes de luces y sombras sirve para crear un inquietante efecto de suspense y misterio dentro de una atmósfera putrefacta y enfermiza, que adereza de manera idónea esta escalofriante historia de progresivo desasosiego rematada de manera tan artificiosa como memorable.

En cuanto a los actores destacar a un fabuloso Morgan Freeman, quien vuelve a dar otra lección interpretativa, y a un Kevin Spacey realmente formidable como el psicópata inteligente y sanguinario John Doe.

A modo de curiosidad decir que el personaje que interpreta Freeman se llama William Somerset, en clara referencia al escritor William Somerset Maugham (uno de los autores predilectos del guionista Andrew Kevin Walker).

Nota: 9,5