El espectáculo sigue a máxima potencia. Sin dejar de pisar el acelerador, la saga prosigue en línea ascendente hacia la acción de primer nivel. Con el equipo al completo, el trabajo a realizar adquiere una importancia mayúscula. Atrás quedan las carreras de coches por mera diversión y el aroma callejero. Con esta quinta parte se da un salto de calidad importante. Elegir la dirección correcta ha sido la clave de una mejoría que parecía remota, aunque no imposible. Hay rasgos de los filmes de Misión imposible en la entrega que nos ocupa. El guion funciona, pero no es lo más destacable. Los personajes se limitan a cumplir como en las anteriores entregas. Entonces, ¿qué hace que esta cinta supere claramente a sus predecesoras?, pues quizás la respuesta sea todo su conjunto. Algo que no debería sorprendernos, pues como bien sabemos, la unión hace la fuerza. De hecho, es el mensaje que la película trata de promocionar, y a mi juicio lo consigue de una forma eficiente y efectiva. No todo es superficial, la testosterona deja paso a momentos emotivos que reflejan más de lo que parece. Gracias por traernos a Dwayne Johnson para aumentar el carisma, por hacernos ver a Elsa Pataky como algo más que una mujer sexy, por intensificar la acción y sobre todo por demostrarnos que es una verdadera familia. Cuando disfrutas como un enano y al mismo tiempo sientes mariposas en el estómago, significa que estás muy emocionado, por tanto lo que ves te encanta, y si te encanta es porque debe de estar muy bien hecho. A por la sexta.