Lobezno es, junto al Capitán América, mi superhéroe preferido. Cuando vi al personaje por primera vez hace 18 años en la película inicial de X-Men, me encantó. En 2017 se estrenó esta tercera y última parte después de dos films muy desaprovechados. La cinta de 2009 fue muy decepcionante y 4 años después llegó su secuela, la cual era mejor que su antecesora, pero no tenía ciertos elementos del cine de superhéroes y para cerrar la historia del miembro más popular de los X-Men, se realizó esta película. James Mangold repitió como director tras dirigir 4 años antes Lobezno inmortal y puedo decir de una vez por todas que he visto una película que le hace justicia a mi querido James Logan.
Aplaudo el tono dramático que siempre está presente. Es el año 2029 y apenas quedan mutantes sobre la faz de la Tierra. Lobezno mantiene al Profesor Charles Xavier a base de inyecciones y pastillas.
El director da en el clavo al mostrarnos el deterioro del protagonista con su claro envejecimiento y la falta de cordura del Profesor X.
Todas las interpretaciones son inmejorables. Cada personaje desprende emociones y sentimientos, lo cual les hace creíbles.
Los momentos de acción son geniales y provocan tensión con todo su contenido (luchas, huidas en coche, asesinatos, etc...).
Además, en dichos momentos vemos un elevado nivel de sangre, algo inusual en pelis del género. Y es que esta no es la típica película familiar de superhéroes como Los Vengadores. Logan se acerca mucho a El caballero oscuro. La ambientación me ha impresionado muchísimo porque sus escenarios indican que estamos ante un western de superhéroes, y un western trágico.
Termino mi crítica dando las gracias a Hugh Jackman por haber sido Lobezno todos estos años. ¡Gracias, Hugh y, sobre todo, GRACIAS LOGAN!.