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Voto de José Manuel León Meliá:
5
Thriller. Terror Nancy (Blake Lively) es una joven que trata de superar la pérdida de su madre. Un día, practicando surf en una solitaria playa mexicana se queda atrapada en un islote a sólo cien metros de la costa. El problema está en que un enorme tiburón blanco se interpone entre ella y la otra orilla. (FILMAFFINITY)
16 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto todas las películas del realizador catalán afincando en la poderosa industria hollywoodense, Jaume Collet-Serra. Un realizador que por su efectividad y sumisión al puro cine de entretenimiento especializándose, hasta el momento, en géneros o subgéneros tan populares y con fácil gancho para el público como el thriller de suspense y el género fantástico o de terror.
Su habilidad narrativa con una disciplinada sujeción a los resortes afines a intrigas criminales y la afilada utilización de los elementos más convencionales y tópicos de las películas de misterio y horror, sin perder nunca la compostura y ciñéndose a esquemas y tratamientos para nada estrafalarios y ridículos, hacen del responsable de “Sin identidad” un correcto (a veces, atrevido) amanuense dúctil y conveniente para productos de presupuestos holgados.
Hasta la fecha no se puede decir que haya filmado un bodrío de película. Su obra podrá gustar o no, reconocer sus buenos acabados, que sus largometrajes siempre dan lo que esperas de ello y que cada vez que te sumerges en sus juguetonas (y algo tramposas) tramas acabas por reconocer que Jaume Collet-Serra si no tiene talento se le parece. Los guiones con los que trabaja dan la sensación, o, por lo menos, a mí me lo indican, que surgen de los más modestos planteamientos de cara a la historia de la serie B, pero no desde una perspectiva sin exigencias, sino desde posiciones que abrigan un deseo de rodar con gusto y energía, ofreciéndole al montador planos suficientemente elaborados y llamativos, para nada vagos o perezosos, que bien editados transmiten en la lógica secuencial el ímpetu y las esencias de un realizador no sólo comprometido sino con aspiraciones de dejar su sello, huella e identidad. Aunque siempre trabaja con material ajeno, qué duda cabe que las ganas que imprime a su trabajo no pasa desapercibido.
Su última película, “Infierno azul”, rodada para la Paramount y distribuida por Sony, reúne, desde mi punto de vista, maneras y premisas que me hacen catalogar la cinta como una apasionante y entregada Serie B, que intenta ofrecer un producto distraído, de evasión, un tebeo sin grandes pretensiones y que tiene un acabado formal finalizado con los mismos y sencillos alardes que describen su filmografía.
Su tributo a “Tiburón” (1975) de Steven Spielberg no logrará, ni lo pretende, generar y provocar el mismo impacto e idéntico temor a meterse en el mar pensando que puede surgir de imprevisto un gran escualo pero logra crear la suficiente emoción e intensidad para enchufarte a la odisea y aventura trágica de una joven surfista, Nancy (Blake Lively), que en la playa paradisíaca que le mostró su madre es atacada por un voraz depredador que pondra en peligro su vida y tendrá que agudizar el ingenio para salir airosa de una situación terrible.
El punto de partida no tiene nada de original. Incluso si se me obliga a confesarlo diré que en comparación con sus anteriores títulos, “Infierno azul” es el que tiene el guión más pobre y escuálido. Lo cual tampoco es un impedimento para explotar al máximo las pocas ideas válidas del filme, centradas, a mi modo de ver, en las cortas distancias que debe nadar Nancy entre los pocos refugios que le ofrece la playa para poder protegerse de las espectaculares dentelladas del bicho.
Un suspense rutinario, de manual, con numerosos planos subjetivos de Nancy y las rocas o la boya alternados con los planos generales para situar correctamente las posiciones de defensa. Y tampoco la aparición de una gaviota varada en su misma guarida creando una especie de lazo de amistad como si el pájaro fuera Juan Sebastián Gaviota logra despertar algo más que sea una curiosidad, no sé si torpe, pero sí manida, de incluir un elemento con el cual la heroína pueda demostrar su futura utilidad como médico (está en la universidad cursando quinto de medicina).
Este detalle no queda como anécdota aislada. Se le obtiene botín. El guionista y Jaume Collet-Serra dramatizan en exceso las heridas que se causa Nancy por los atropellos del fiero animal y permite incluir en su narración la imagen del “cuerpo humano” como figura maltratada y zarandeanda y cuyas fisuras hay que restañar proponiendo planos en los que se ve como la protagonista se sutura un corte en diagonal desde el muslo al biceps femoral (según explica Nancy) con las coquetas joyas que lleva como adornos.
Como largometraje para jóvenes, creo que está pensada para este colectivo, la cinta, en sus recursos narrativos, recurre en sobreimpresión en la pantalla a elementos comunes y socorridos hoy en día en las comunicaciones sociales como los mensajes de texto o las imágenes que se obtienen de una grabación con una cámara GoPro que porta uno de los personajes secundarios en su casco cuando practica surf. Objeto que servirá, más tarde, para otros fines.
Así las cosas, lo mejor es todo cuanto sucede en la boya, me parece una secuencia pletórica y como punto chocante la presencia del actor español, Óscar Jaenada, interpretando al mejicano Carlos con las pintas habituales con las que se suele disfrazar este actor.
José Manuel León Meliá
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