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Voto de albatemira:
10
7,8
41.320
Romance. Drama
Hong Kong, 1962. Chow, redactor jefe de un diario local, se muda con su mujer a un edificio habitado principalmente por residentes de Shanghai. Allí conoce a Li-zhen, una joven que acaba de instalarse en el mismo edificio con su esposo. Ella es secretaria de una empresa de exportación y su marido está continuamente de viaje de negocios. Como la mujer de Chow también está casi siempre fuera de casa, Li-zhen y Chow pasan cada vez más ... [+]
4 de octubre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca está mal volver a ver películas que te gustaron, aunque no lo hagas de manera premeditada, quizás te lo plantees por el mero hecho de recibirla como ‘regalo’ al comprar un periódico, y así, casi sin darte cuenta ni quererlo, vuelves a descubrir una joya
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En este drama romántico Kar-Wai nos hace sufrir, y mucho, como a sus personajes, desde el primer momento nos fundimos con ellos, vivimos en ellos, sentimos la opresión de una sociedad en la que no es posible esta historia, ese final que necesitamos, estamos, por mucho que nos pese, en 1962, pero no en Europa donde los ecos de Mayo de 68 ya se empezaban a oír, sino en Hong Kong, donde podemos encontrar la modernidad en las formas, en sus edificios, e incluso en la moda (atención al sensual y ajustado vestuario que lleva Maggie Chung) pero ¡despertemos!, esa modernidad no está en una sociedad que oprime al individuo, que lo ahoga, que los hace cobardes (o más aún de lo que ya son). Y esta opresión, este sin vivir, este querer y no poder, está visualmente en el film, en ese estrechísimo callejón donde siempre se encuentran, y casi se rozan, pero sin llegar nunca a tocarse, en la habitación del hotel, donde la cámara se esconde detrás de las cortinas, de cristales… sin llegar nunca a enfocarlos directamente, porque al fin y al cabo estamos ante algo que ellos conciben como prohibido, y al final, nosotros también y es así, como poco a poco, nos vamos ahogando con ellos.
Sentimos su dolor, cuando se cruzan fugazmente las miradas, porque de vez en cuando, durante un segundo, olvidan (y olvidamos) esa barrera y fantasean con lo que podría ser, pero inmediatamente vuelven (y volvemos) a su realidad y todo se acaba. Mientras, de telón de fondo, casi sin hacer ruido, pero perfectamente perceptible por nuestros oídos, escuchamos la maravillosa banda sonora compuesta por Michael Galasso que termina por destrozarnos. Y así, el señor Kar-Wai acaba con nuestras esperanzas.
Tenemos ante nosotros una obra sensible, hiriente, de una belleza visual incuestionable, susurrada directamente a nuestros oídos. No es momento de levantar la voz, el director no quiere lograr así el dramatismo, porque sabe que lo que nos está trasmitiendo ya es lo suficiente perturbador y doloroso, como para lograrlo, además estamos, no olvidemos en 1962 en Hong-Kong, aquí no se chilla, es más, hay que intentar pasar desapercibidos, si no vienen las habladurías. Casi un susurro es tan bien una canción que suena a lo largo del film y que nos tortura con la seductora idea de que: quizás pueda ser, “Y así pasan los días. Y yo, desesperando. Y tú, tú contestando. Quizás, quizás, quizás”. Quien sabe si por ‘2046’.
Sentimos su dolor, cuando se cruzan fugazmente las miradas, porque de vez en cuando, durante un segundo, olvidan (y olvidamos) esa barrera y fantasean con lo que podría ser, pero inmediatamente vuelven (y volvemos) a su realidad y todo se acaba. Mientras, de telón de fondo, casi sin hacer ruido, pero perfectamente perceptible por nuestros oídos, escuchamos la maravillosa banda sonora compuesta por Michael Galasso que termina por destrozarnos. Y así, el señor Kar-Wai acaba con nuestras esperanzas.
Tenemos ante nosotros una obra sensible, hiriente, de una belleza visual incuestionable, susurrada directamente a nuestros oídos. No es momento de levantar la voz, el director no quiere lograr así el dramatismo, porque sabe que lo que nos está trasmitiendo ya es lo suficiente perturbador y doloroso, como para lograrlo, además estamos, no olvidemos en 1962 en Hong-Kong, aquí no se chilla, es más, hay que intentar pasar desapercibidos, si no vienen las habladurías. Casi un susurro es tan bien una canción que suena a lo largo del film y que nos tortura con la seductora idea de que: quizás pueda ser, “Y así pasan los días. Y yo, desesperando. Y tú, tú contestando. Quizás, quizás, quizás”. Quien sabe si por ‘2046’.