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Voto de Marioetellezs:
2
Aventuras. Drama Pompeya, año 79 d.C. Milo (Kit Harington), un esclavo convertido en gladiador, ve cómo a su amor, la joven Cassia (Emily Browning), la obligan a prometerse con Corvus (Kiefer Sutherland), un corrupto senador. Cuando el Vesubio entra en erupción amenazando con destruirlo todo, Milo intentará salvarla... mientras todo se derrumba. (FILMAFFINITY)
16 de setiembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro excelente largometraje como hubiera dicho el “Chuncho” Miranda al anunciar un bodrio norteamericano por la TV, pero este es además un nuevo aporte “histórico” del cine yanqui, que nos explica que Pompeya no solo fue destruida por la erupción del volcán Vesubio el año 79 DC siendo emperador el hijo de un experto en urinarios, Tito Flavio Vespasiano, el mismo que años antes destruyó Jerusalén, ya que aparte de la ceniza y lava que la cubrió totalmente borrando de ella todo vestigio de vida, sufrió un maremoto, además se abrieron grietas que metódicamente se iban tragando a los carruajes que huían, y los que lograban salvarse eran aniquilados por certeros proyectiles teledirigidos que con certera puntería los “Hombres Lava” lanzaban desde el cráter del volcán. Esta ciudad era algo así, como La Serena, Pucón o Cachagua, es decir un balneario, un lugar de recreo y sano esparcimiento, frecuentado mayormente por políticos, pero romanos, que eran tan siniestros como los nuestros y por eso mismo, allí reinaba la corrupción, la mafia del juego, la sodomía, las caras bonitas de sus pinturitas, musculosos gladiadores de aceitados torsos, que hoy día son emulados por fornidos “profesionales” de los “reality”, y amariconados pisaverdes.
Milo, un esclavo celta de reluciente torso y avinagrado rostro es conducido a Pompeya en una caravana para que como gladiador luche en la “Movistar arena” de la época. En esa caravana, pero en un cómodo carruaje, viaja también Cassia, la hija del dirigente deportivo de aquel entonces y su asistente, una bella morenita algo pasada para la punta. Un caballo mete la pata en un hoyo quedando mal herido y es Milo, quien lo sacrifica de manera indolora, lo que causa la admiración y el instantáneo amor de Cassia, pues, mientras este muchacho celta le daba el bajo al noble bruto, torciéndole el cogote igual que a las gallinas, subrepticiamente cruzó algunas miradas con la hija del mafioso y el amor nació entre ambos de manera instantánea y explosiva. Pero tanto Milo como Cassia no contaban que en Pompeya se encontraba Corvus un senador corrupto que ya en Roma trató de atracarle el bote, pero sin resultado, cuando la virginal doncella se hallaba cursando el tercer semestre de Teocracia en la “Et ecce omnes cadavera mortuorum pii dolor linguae mori”. Y entonces civilizadamente para no causar alboroto, como buen político que dispone de todo el dinero que religiosamente pagan los contribuyentes, Corvus ofreció al padre de la muchacha un nuevo circo, a cambio de su hija. El viejo dijo “güeno ya” pero la muchacha que tenía sus ojos puestos en el valiente gladiador matador de caballos, dijo nones. Y Corvus echando mano a la fuerza pública rapta a la muchacha, pero entonces explota un Vesubio de cartón piedra y plumavit dejando una cagá de proporciones en la que no faltan las grietas gigantescas que se tragan hasta lo inimaginable; humo asfixiante; nubes piroclásticas y hasta un tsunami que eligió solo las calles con transito oriente de Pompeya, y es aquí donde nuestro ágil gladiador de rostro avinagrado al grito de “síganme los güenos”, montado en pelo en un brioso corcel, esquivando los proyectiles lanzados por el volcán y las casas que milagrosamente se iban derrumbada tras él, galopa en pos de la honra de Cassia a quien el pérfido senador ya tenía con los churrines en el duro suelo.
Marioetellezs
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