Imagínate por un momento que Hollywood sufriese un reboot. Que toda la parafernalia que llevan décadas produciendo sufriese un proceso de involución, de restart, de vuelta a empezar.

Entonces, el que tuvo la idea de hacer Los Vengadores tendría la ocurrencia otra vez, pero de una forma más bruta, más ingenua.

Eso es Guardians, los Vengadores bizarros. La versión rusa de una película de superhéroes que parece pensada, dirigida e interpretada por escolares. Tan ingenua, tan rocambolesca, tan naif que es imposible no disfrutarla. La todopoderosa maquinaria de Hollywood, pero pasada por el tamiz del vodka, de un guión descacharrante y un montaje que acabó de destruir la mínima coherencia que esto pudiese tener. Ver las caras que pone la Mayor cada vez que quiere ponerse intensa o la forma en que anda, meneando el culo, ya compensa la hora y media de película.

Es tan refrescante, divertida y absurda que es de visión casi obligada para desintoxicarte de todo el mainstream prefabricado que consumimos habitualmente. Es como si Ed Wood hiciese pelis de superhéroes.

Gracias, rusos.