Jason Scott Lee sigue hundiéndose en el lodo. El pobre directamente pasa de buscar buenos papeles, algo lógico si desde “La Sombra del Faraón” no le han llamado para nada más. En este caso se atreve con una nueva película de vampiros, donde él hace del cazador implacable que tiene que pararle los pies al famoso conde.

El guión en general es muy malo, pero es altamente recomendable para amantes del género sin más interés que pasar una tarde viendo algo en la televisión. Hay buenos momentos, personalmente me gustó bastante el final –que da pié a otra secuela-, y es mejor que otras casposas como La Reina de los Condenados o Drácula 2001, su primera parte. No entusiasma pero entretiene, lo que tiene bastante mérito. Eso sí, puristas del género alejaos… pero mucho…