Alan Parker se pone a jugar con la magia negra en una película protagonizada por Mickey Rourke.

¿Y el resultado? Pues irregular, para ser sinceros.

Por un lado, la película intenta un interesante giro al intentar convertir el viaje de Harold Angel en una pesadilla infernal. Se agradece.

Pero, POR OTRO LADO, a mi parecer, la parte del thriller policíaco falla.

Porque sí, la película TARDA EN ARRANCAR UNA HORA. Hasta ese momento, nos encontramos con una especie de investigación, en la que Rourke se limita a ir de un lado para otro, con algunos personajes diciéndole todo lo que saben sin hacer muchas preguntas o por el contrario, mostrándose recitentes a la hora de hablar.

Pero, he de admitir que el filme gana enteros en los últimos cincuenta minutos. Todo se vuelve más onírico y oscuro.

Hay una escena de sexo que queda para los anales (y no por la postura) del cine moderno. Por otro lado bien es cierto, que las partes de los interrogatorios o diálogos quedan bastante pobres.

A MENOS que sea con Rourke o De Niro. Entonces la película se eleva.

Es un decente intento desde luego, pero para un servidor creo que la película tampoco es nada del otro jueves.