Soy cinéfilo y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: NOTABLE.
Una vez cruzado el atlántico y llegado al nuevo mundo, uno puede encontrarse con lo más indómito del Far West. En estos lares siempre me siento como una suerte de Indiana Jones, tras los tesoros del séptimo arte. El año pasado visité un importante yacimiento dedicado al Western. Pasé varias semanas investigando entre praderas, ríos, cactus y apretadas lomas. Creo que prácticamente visioné todo lo mejor del género. Y en este punto, puedo decir que no era oro todo lo que relucía, por más que pulí las anheladas pepitas. El tiempo ha marchitado muchas de las películas; otras, no me han parecido merecedoras del palmarés que ostentan, si bien antaño fue merecido. Pero aún se conservan unas pocas joyas, o joyitas, como es el presente caso. Para empezar, esta no es una película de tiros al uso. Personalmente, me aburren las típicas cintas de vaqueros e indios, incluyendo el spaguetti western; y me encantan las del tipo de «El tren de las 3.10», mucho más dramáticas, en las que la interpretación es más valiosa que las balas de los revólveres. Es lo que sucede en este magnífico filme, donde Glenn Ford nos arrastra desde el inicio a su convulso mundo interior. Un mundo cuya naturaleza bebe del alma de su portador, y cuyo elixir debe ser absorbido con el fin de aplacar su exigente sed. Oscuridad entre la luz, el vampiro tendrá al fin que revelar su condición ante los atónitos mortales que le rodean. Instantes que nos emocionan como simples espectadores de una historia intemporal, y nos hace seguirla reverencialmente.