He aquí algo que no abunda hoy en día: una película sencilla, agradable de ver, que sólo pretende contar una historia y lo hace con oficio y sin pretensiones. Tierna pero sin caer en la lágrima fácil, transgesora sin ostentación, divertida a ratos y, sobre todo, un retrato cariñoso de cierta forma de vida que no cae en la tentación de obviar su (terrible) lado oscuro. Puro cine sin estridencias, es decir lo contrario que suelen ofrecer el aplaudido Iñárritu y sus secuaces (a veces con buenos resultados, para que negarlo).

Lo peor son ciertos elementos del reparto, especialmente Elvira Lindo, que si llega a tener más protagonismo hunde la peli ella solita. Lo mejor el guión, sin trampas y bien montado, especialmente brillante en la forma paulatina, natural y sin giros bruscos con la que se van desvelando las historias del pasado.