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España España · PONTEVEDRA
Voto de Skorpio:
6
Comedia. Romance En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium (Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.
10 de diciembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intentaré expresar las (tibias) sensaciones que me ha producido la infalible cita anual (y ya van tantas que uno pierde la cuenta) de Woody Allen,… sin caer en los tan manidos y recurrentes lugares comunes "película menor", "cansancio", "agotamiento", etcétera. Naturalmente que no se puede esperar cada año una Match Point, una Midnight in Paris o una Blue Jasmine, aunque sí es deseable, cuando menos, que los "valles" se parezcan más a Scoop o a A Roma con Amor (y ya puestos, si son más como Si la Cosa Funciona, mucho mejor) que a El Sueño de Casandra o Conocerás al Hombre de Tus Sueños. Lo que sí me temo es que los tiros van más por donde estas últimas, si bien con un tono más distendido que la hace más digerible en su conjunto, aunque ciertamente, no todo lo que del cineasta de Brooklyn se puede esperar.

Llegados a este escenario, quizás lo más preocupante es que, a diferencia de casi todas las anteriores, no hay nada nuevo bajo el sol. Años veinte, magia, comedia de enredos, ciencia vs. religión (lógica contra superstición, en este caso), cinismo misantrópico,… salvo quizás por el rol que desempeña su protagonista femenina, una lúcida y expresiva Emma Stone que, junto a un Colin Firth que se mueve como pez en el agua, logran una muy buena química, que logra tirar de la narración, demasiado renqueante en su primera mitad para tratarse de una comedia ligera. La relación entre ambos se puede definir, ahora sí, a partir de una figura arquetípica, lugar común de la crítica contemporánea, la cual, pese a la vital relevancia, ya sea nuclear o instrumental, que siempre han tenido los personajes femeninos en el cine de Allen, por primera vez podemos encontrar en sus relatos, de manera central y dominante (pues sus incursiones en París o Roma la tuvieron de manera más anecdótica): tenemos aquí a toda una 'manic pixie dream girl' (término acuñado por Nathan Rabin en 2007).

Si algunos reconocéis esta figura en Annie Hall y el personaje que le da nombre al film, os tengo que parar. Annie es un personaje realista, llevado al histrionismo en muchas ocasiones, pero realista, basando en una relación real, fuera de la ficción, la del propio cineasta con la protagonista, entonces musa y siempre buena amiga, Diane Keaton. Sophie Baker (personaje interpretado por Stone, a la que veremos de nuevo en la próxima entrega del director) es, en cambio, producto de esa magia que canaliza el argumento, de esa fantasía que lo impregna, de más a menos. Es el fruto de la mente de un hombre escéptico y cínico como él solo, acérrimo de la lógica más aplastante y temeroso de abrazar los placeres de la irracionalidad. Una instancia muy liviana (y salvando las distancias) del impasible hombre de ciencia de Desmontando a Harry, máximo exponente del actor-autor-personaje de Woody Allen, o de su más logrado desdoblamiento hasta la fecha, el de Larry David.

La fuerza de este personaje, etéreo hasta en lo diegético, y las reacciones que provoca en el personaje focal, se come progresivamente al elemento mágico y fantástico como tejido conjuntivo, perdiendo en última instancia esa relevancia que sí tenía en otros títulos como Sombras y Niebla, Alice o incluso La Rosa Púrpura de El Cairo. Por el resto, la comedia adolece en lo rítmico, con un director más despreocupado que de costumbre, que incluso cruza en cierta secuencia esa frontera tan delicada entre la elegancia y la pedantería, cuyo dominio y control suele ser marca de la casa del cineasta. En el lado bueno, unos diálogos brillantes, como siempre, con impecable dominio de la puesta en escena, y una dirección de actores exquisita.

Pero a Woody Allen siempre hay que pedirle algo más que eso, con él se espera que esa magia con la que da forma al relato trascienda lo argumental e impregne la expresión y el buen hacer fílmico, como tiene hecho ya entre medianoches parisinas, días de radio y balas sobre Broadway. Pero podemos tener toda la fe del universo en que pronto nos volverá a transmitir buenas sensaciones.
Skorpio
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