Típicamente de clase B este thriller ni siquiera cumple con la función esperable en esta sub-categoría de películas: dar algo de entretenimiento.

La historia es tan endeble que parece haber sido guionada para un cortometraje de 6 o 7 minutos, pero luego se le adosaron sucesos, personajes, berretines históricos y de pretenda trascendencia filosófica para llegar a una duración que permitiera comercializar el filme en alguna plataforma a demanda.

Y claro, estos retazos añadidos hacen a una gran confusión que impide seguir el hilo a la trama. Lo que en principio es el tratamiento de una infidelidad que comete un cirujano casado cuando se fue de copas, se complica con una madeja que incluye hechos paranormales, brujería, maldiciones conjuradas por la amante (Cybill Lake, quien además es la directora, guionista y no sé cuántos menesteres técnicos más), una hija adolescente (interpretada por una treintañera) que no se sabe muy bien qué función cumple, el portero de un edificio que tampoco se entiende su funcionalidad y, sobre todo, el famoso Central Park neoyorquino.

La locación del enorme parque está justificada con calzador y no pega ni con moco en el argumento. Al principio hay una leyenda incrustada que advierte de un pequeño pueblo que existió un par de siglos atrás, fundado por ex esclavos africanos e irlandeses y que luego fue demolido para poder construir el Central Park.

Confusa y aburrida. De fotografía luminosa y de comprensión oscura. Francamente ni las escasas escenas de terror finales levantan un mínimo interés. Sin embargo es bueno buscar, siempre, algo positivo: esta película puede ser un buen remedio para aquellos que sufren insomnio,