Hacía mucho tiempo que tenía en mi filmoteca particular una película que aun no había sido capaz de ver nunca: “El proyecto de la Bruja de Blair”; nunca, hasta ayer. Desgraciadamente, no tenía otra alternativa, así que, reuní todo el coraje del cual dispongo, metí el DVD en el reproductor y cogí mi manta protectora preparándome para una película aterradora y traumática…
Unos 70 minutos después, la pantalla se volvió negra y aparecieron los títulos de crédito. “¿Ya está?”, pregunté a mi reproductor de DVD mientras este continuaba mostrándome los créditos a modo de afirmación. Sin duda una de las decepciones más grandes de mi vida.
Analicemos el “proyecto”: un argumento que brilla por su ausencia, capaz de mantener alerta al espectador sólo gracias a los pequeños detalles que observan los jóvenes durante su excursión, ya que el resto está formado por repetitivos diálogos de quejas entre los jóvenes y gritos de la protagonista; una fotografía… ¿acaso existe algo parecido en ésta película?; una banda sonora que destaca por la gran cantidad de chillidos y gritos capaces de emerger de la boca de la protagonista… Lo único que ha acertado de lleno con ésta película es el título, ya que esta sucesión de imágenes confusas, carreras por el bosque, gritos y quejas no puede ser calificada como algo más que un proyecto.
Una película cuyo éxito ha sido víctima del efecto “hype” y una campaña virulenta (aunque novedosa y original) por Internet, pero que nada tiene que ver con su calidad.