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Voto de dTom Forrester :
8
Ciencia ficción. Drama En la primera década del nuevo milenio, con avances tecnológicos que engullen la soberanía de la compasión humana, Richard Martin (Sam Neill) compra un regalo, un nuevo robot NDR-114. El hijo más pequeño de la familia le pone de nombre Andrew (Robin Williams). Andrew es adquirido como electrodoméstico casero programado para realizar tareas menores. A medida que Andrew empieza a experimentar emociones y pensamiento creativo, la familia ... [+]
8 de marzo de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vuelta a los mundos del fenómeno Asimov, y sus tres leyes de la robótica.

En este caso nos encontramos con un bellísimo y emotivo drama que nos narrará la experiencia de un ser inmortal, que verá el pasar de las generaciones de la propia familia que le acoge: su familia.
Pronto demuestra ser un robot único, capaz de comprender el arte y las emociones, a diferencia del resto de sus réplicas. No obstante, en lo que respecta a lo filosófico, el mensaje viene a ser el mismo que el de "Yo, robot", que a su vez está basado en la misma serie de relatos y novelas del autor soviético.
Sin embargo, esta historia en concreto, irá más allá, centrándose en la voluntad y su increíble poder: la voluntad de que algo ocurra, al precio que sea, cueste el tiempo que cueste, aunque sean doscientos años de espera.

Robin Williams demuestra su versatilidad interpretativa, pese a su tendencia a infantilizar la estética de cualquier film en el que trabaja, conmoviendo hasta hacer llorar al espectador, de una forma tan bella como inocente. Embeth Davidtz se mostrará preciosa, la mujer virginal y bella que puede conquistar el corazón de un ser tan perfecto como Andrew (Robin Williams). Sam Neil se olvidará de perseguir dinosaurios, interpretando un bonito papel, muy humano. Y el resto del reparto cumplirá su objeto, mostrando una increíble profesionalidad en la ejecución.

La dirección es, como ya he dicho en otros aspectos, muy profesional y sin fallos considerables. El guión está muy bien estructurado, sin vacíos ni lagunas que lleven a la confusión. La puesta en escena y la dirección artística, preciosa. La postproducción digital, perfectamente diseñada, mostrándonos -sin resarcirse en absoluto- las fantasías tecnológicas que pueden acontecer en los próximos doscientos años, sin exagerar, en absoluto, dentro de un marco de lo más verosímil. Respecto a la música, qué se puede decir de James Horner, a parte de su veterana maestría.

Y, por lo demás, una película para todos los públicos, repleta de belleza y mensaje, filosofía de las cosas sencillas y complejas al mismo tiempo.
No querrás que acabe.
dTom Forrester
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