Excelente final: Rosa quiere llegar a ese tren que se interpone entre el aserradero y sus sueños. Muere de fiebre. El escorpión a veces se pica a sí mismo…

Ese mismo año también había otra película completamente opuesta aunque con el triunfalismo por bandera: “El manantial” con Vidor. Extraña manera de conseguir los sueños americanos: ambos desde la lucha y la desesperación. Uno, al lado oscuro y, el otro, a los claros de las más altas cornisas de los rascacielos… Una ascensión final y un descenso a los infiernos… Vidor ya había hablado del arribismo en “Stella Dallas” con una paleta que pensaba que era de alta alcurnia y acaba siendo la vergüenza de su hija… y de ese payaso del que se ríen al principio de “…Y el mundo marcha” sobre un autobús con tomavistas… para después ser ese payaso por necesidad de su familia… Los principios se imponen una sociedad que los reclama aunque siempre nos quedará Rosa Moline, castigada por el amoralismo más hipócrita.