La serie utiliza una falsa retórica para hacer su descripción, que conlleva una carga crítica. En su inicio perfecto nos presentan el programa, su audiencia, sus 20 temporadas desde su arranque en el 86 y, por supuesto, el escándalo por la censura. Desde el monólogo de 53 segundos de ese director que estalla nos dice lo que vamos a ver:

«…El de hoy no será un buen programa y deberían cambiar de canal. Cambien de canal. Ahora mismo. O mejor aún, cambien de televisión ahora mismo. Sí, ya sé que parece que esto va a ser gracioso pero mañana dirán que no lo ha sido y a mí ya me habrán despedido. Porque esto no es un sketch. Este programa solía ser una sátira política y social de vanguardia pero ha sido lobotimizado por parte de una cobarde cadena de televisión, que es que está dispuesta a no hacer nada que desafíe a la audiencia. […] Siempre ha habido una lucha entre el arte y el comercio pero ahora al arte le han dado una patada en el culo, lo que nos hace rencorosos, nos hace mezquinos y unos sinvergüenzas baratos aunque no seamos así. […] Los soldados mueren en una guerra que tienen sintonía y logo. [---] El mando es como una pipa de crack. Pelis snuff. Eso es lo que vendrá. Eso es lo único que nos queda…»

Pero el espectáculo tiene que continuar. La cadena y el programa que retrata, la NBS, nos orienta al “Saturday Night Live” de la NBC. Todo lo que gira a su alrededor aparentemente nos engaña mediante una crítica falsa que no es falsa crítica pero Alan Sorkin nos recuerda a las declaraciones del autor de otro de los grandes guiones paridos por el séptimo arte. Paddy Chayefsky, autor del libreto de “Network (Un mundo implacable)”, comentaba que su guión no era una sátira sino la realidad plasmada que había vivido durante muchos años como guionista de televisión. Y muchas veces la focalización del guionista en “Studio 60” parece desvelarnos un alter ego de Sorkin sobre la figura del personaje que interpreta Matthew Perry.

La ironía cubre el show. Como ejemplo, en una fiesta unas chicas desempantanes descubren lo que es un guionista: «un fracasado que no será nunca una estrella». Aquí la premisa y el desarrollo se estancaron precisamente por aquel al que estaba dirigido ese discurso inicial, esa audiencia lobotomizada que relegó la serie finalmente a la desaparición. Que una ficción que demuestra sus cardinales de calidad con una contundencia como “Studio 60” sea cancelada en su primera temporada nos demuestra que la historia sólo puede ir en una única dirección: no importa el cerebro sino los ojos que lo dirigen. Pocas veces se ha hecho un retrato de la fama y la televisión con tanto magnetismo y credibilidad acompasando de un humor tan fino y subversivo, tan inteligente como un auténtico día a día ficcionado desde la oscuridad de las bambalinas… como ese show que siempre debe continuar… aunque sea en nuestro eterno recuerdo.