Excelente western dirigido por el guionista y director Russell Rouse. Junto a “Thunder in the sun” (1959, El desfiladero de la muerte), otra original película protagonizada por inmigrantes vascos, son sus dos únicas incursiones en el género, ambas de gran calidad y originalidad.

La película parte de un inicio fulgurante para contarnos la historia de George Temple, un hombre atormentado por un pasado, aparentemente como pistolero. Cuando unos ladrones de bancos se detienen en la ciudad para cambiar de caballos, ese pasado vuelve para perseguirlo, ahora que ha formado una familia y espera un hijo y es respetado por la comunidad en la que vive.

El guion del propio Rouse junto a Frank D. Gilroy, autor de la historia original, otorga a su protagonista un cierto carácter mesiánico y sacrificial y acentúa la carga psicológica y los escrúpulos morales que se le plantean al tener que enfrentarse a los matones para defender a la acobardada comunidad. La película habla de las dificultades para dejar de ser uno mismo, pero también de la dicotomía entre el hombre que quiere cambiar y el que se siente a gusto en su piel de asesino despiadado.

Por el lado de los intérpretes qué duda cabe que a Glenn Ford le va como anillo al dedo el personaje del tendero bondadoso de extraño pasado, mientras Broderick Crawford se explaya a gusto en su papel de pendenciero asesino sádico obsesionado por ser el pistolero más rápido.

La atractiva fotografía de George J. Folsey –trece veces nominado al Oscar y nunca conseguido- y la música de André Previn completan el valor de este western diferente.