¿Recordáis esa típica pesadilla en la que escapando de algo, por mucho que corra uno, siempre se encuentra en el mismo sitio?

Pues eso es lo que le ocurre a esta película y, llegado el momento (a la media hora más o menos...), uno se pregunta si no hubiera sido mejor opción encender la tele y ver el correspondiente capítulo del día de JAG: Alerta Roja o Walker, Texas Ranger; y creedme, lo hubiera sido si no fuera por la belleza de la Beckinsale (anticarismática actriz, por otro lado).

Y es que a esta adaptación del cómic (o novela gráfica para los guays) escrito por Greg Rucka y dibujado por Steve Lieber, pese al sugerente escenario, le cuesta horrores conectar con el espectador, pues te la ves venir desde el minuto cinco y lo malo es que, no hace absolutamente nada para disimularlo, con lo cual lógicamente, resulta plana y le deja a uno totalmente indiferente. Poco que ver con lo que ofrece su engañosa publicidad, que nos la vende como si fuera una variante de La Cosa y aunque en ningún momento nos digan que haya algo sobrenatural de por medio, tampoco nos dicen que no lo haya (ved el tráiler y sacar conclusiones), lo que puede dar pie al mal entendido si no se conoce el cómic, algo que sin lugar a dudas beneficia a su productora (la Dark Castle) al estar vendiendo algo que no es. Lo que sí es, es un thriller policíaco en el que desgraciadamente la tensión y el suspense quedan sepultados debajo de tanta nieve, porque eso es lo que parece importarle al film por encima de todo, el agobio y desasosiego que produce un ambiente tan denso y en el que el único lugar de refugio incluye entre sus bloques al misterioso asesino de turno (se intuye quién es enseguida).

Mira por dónde, en lo único que no engaña su publicidad es en el cartel; ese blanco cristalino de la nieve y el rostro de Kate Beckinsale están siempre presentes y son las mejores bazas de la película. Por no decir las únicas.