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Voto de Archilupo:
6
Drama. Comedia En un barrio marginal y multirracial de París, un adolescente judío y un viejo musulmán se hacen amigos. Momo (Pierre Boulanger) vive con su padre, un hombre sumido en la depresión. Sus únicas amigas son las prostitutas callejeras, que lo tratan con mucho cariño. Momo hace la compra en la pequeña y oscura tienda del señor Ibrahim (Omar Sharif), un silencioso musulmán que lo observa todo y sabe más de lo que parece. Cuando a Momo lo ... [+]
24 de junio de 2008
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un relato de iniciación a la vida adulta es siempre atractivo. La existencia se presenta con la forma de lo desconocido, seductor y temible a un tiempo: es lo Otro, toda una categoría.

Desde un piso de la rue Bleue, en la zona multicultural del Montmatre de los sesenta, el adolescente Momo (Moisés), judío de 13 años, estudia el trasiego de las prostitutas en la acera.
De la familia sólo permanece en el lóbrego piso su padre, retratado cruelmente: le agobian los problemas de la vida, en general, y los intestinales en particular. Carece de tiempo y disposición para dedicar al hijo otra cosa que bufidos.

En el barrio están las putas (la que más le gusta a Momo es negra; rompe una hucha para estrenarse con ella), los compañeros de clase, una vecina pelirroja y un viejo tendero turco.

El muchacho tiene ante sí todo lo Otro: otro sexo, otra raza, otra generación, otra cultura, otra religión, y ese otro absoluto y abstracto que es el hermano ausente, espejo inalcanzable situado en alto por el padre para zaherirle.

El viejo tendero (un inspirado y generoso Omar Sharif) establece una sorprendente conexión con el chaval, que hace en el colmado la compra diaria. Por encima de diferencias múltiples, hay comunicación.
Que el viejo Ibrahim juega un papel importante es algo que se puede decir, aunque ya cabe suponerlo al ver que su nombre aparece en el título de la película y su figura en los carteles y carátulas. Y como el Corán se menciona asimismo en el título, tal vez se pueda decir también que Ibrahim es un hombre religioso. A su manera personal, eso sí, y este matiz crea la riqueza de buena parte de la cinta, que se llena de reflejos de una serena y vivaz sabiduría.

Con estos ingredientes, la película parece bastante bien centrada.

Acontecimientos en la familia de Momo dejan como línea argumental dominante la mencionada conexión entre el viejo tendero y el chaval. El tono con que se desarrolla entonces el film lo hace languidecer, a ratos extraviado, sin el misterio requerido, en progresiva pérdida de pulso y tensión cinematográficos, malbaratando muchas de las posibilidades apuntadas en la primera mitad.

Porque, además de las efusiones espirituales, desde el principio seguía importando mucho todo lo otro.

(6,5)
Archilupo
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