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España España · madrid
Voto de chiqui:
10
Drama. Intriga Los doce miembros de un jurado deben juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos menos uno están convencidos de la culpabilidad del acusado. El que disiente intenta con sus razonamientos introducir en el debate una duda razonable que haga recapacitar a sus compañeros para que cambien el sentido de su voto. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta difícil escribir esta crítica porque Doce hombres sin piedad es una de las tres películas que más adoro junto a Casablanca y Blade Runner, decidir cuál de ellas es la que más me gusta me resultaría del todo imposible, y no se si sabré expresar correctamente mi admiración. Mire por donde la mire me parece perfecta.

Doce hombres elegidos arbitrariamente han de emitir un veredicto en un juicio de homicidio, presuntamente cometido por un joven de baja condición social. Han oído los alegatos del fiscal y del abogado de la defensa y, aunque nunca conocerán lo verdaderamente ocurrido, si lo consideran culpable será ejecutado en la silla eléctrica. Ninguno de ellos conoce al joven ni sabía nada de él antes del juicio por lo que no tienen nada que ganar ni que perder con su veredicto. Sólo necesitan una duda razonable para votar por la inocencia.

Aquí comienza una lucha entre la objetividad, los motivos personales de algunos miembros del jurado, los prejuicios de otros, la compasión, y todos los sentimientos que nublan la razón. Esta película es para mí un retrato asfixiante de la lucha humana por elevar la justicia sobre todo lo que condiciona la mente del ser humano, es una lucha imprescindible en toda sociedad humana aunque evidentemente éste objetivo nunca se alcanzará.

La película se desarrolla casi por completo en la sala del jurado, pero las actuaciones son de tal calidad y riqueza artística que en ningún momento se echa en falta un cambio de escenario, y conforme la película avanza aumenta la tensión, el guión va descubriendo detalles magníficos en la personalidad de cada personaje y muy hábilmente la cámara comienza a manejar el primer plano como elemento principal. Un detalle importante es que son los propios diálogos los que te revelan con detalle lo que ocurrió en el juicio de modo que tienes una visión del caso tan completa como cualquiera de ellos. Es una indiscutible obra maestra, por la magistral dirección de Sidney Lumet, los diálogos llenos de ingenio y sobre todo las actuaciones de doce actores sin piedad que bordan sus papeles. Mire por donde la mire me parece perfecta.
chiqui
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