Esta mañana me levanté ilusionada. Había llegado el día. Hoy, al fin, iría al cine a ver Cats. Como persona que vive en las redes sociales, era totalmente consciente de a lo que iba; había visto ya numerosas críticas, por lo que me hacía una idea de lo estrambótica que sería la película. Me sentía preparada, convencida de que, habiendo leído tantas cosas, no me sorprendería tanto como al resto. Y, a pesar de todo, a cada escena que se sucedía no podía evitar preguntarme una y otra vez: ¿qué coño está pasando?

De hecho, todo lo que se me venía a la cabeza durante la película eran preguntas. ¿Por qué es todo tan intenso? ¿Por qué tienen pies y manos humanas? ¿Es el CGI un desastre o es que simplemente dan muchísima grima? ¿Por qué es todo tan SEXUAL? ¿Por qué es Jason Derulo lo mejor de la película? ¿Por qué ver a Idris Elba desnudo me ha producido tanto rechazo? ¿Por qué nadie le da un pañuelo a Jennifer Hudson? ¿Cómo es posible que este sea uno de los musicales más reconocidos de Broadway? ¿Quién pensó que esto sería una buena idea?

Ahora no soy capaz de caminar sin mover las caderas sensualmente, mi gato me da miedo y jamás volveré a ver a ratones y cucarachas de la misma forma.

No me malinterpretéis, lo que quiero decir con todo esto es que recomiendo mucho que veáis Cats. Cats es como un gato decrépito y enfermo que nadie querría adoptar pero que te dará cariño y, finalmente, tendrá un hueco en tu memoria para siempre.