Fesser construye una película irregular con bastantes altos y bajos pero con un buen ritmo narrativo y con algún que otro personaje para echarse a temblar.
Nos enseña esos monstruos que todos sabemos que existen pero que les dejamos actuar impunemente porque nos creemos firmemente que nos están ayudando y nos quieren. Este es el punto realmente fuerte de la película, lo bien acabados que están algunos personajes, por el contrario hay otros que resultan demasiado maniqueos, pero me quedo indudablemente con los primeros.
No me gusta el guión tan forzado en muchos casos solamente para desprestigiar aún más si cabe a una institución tan mal vista como es el Opus, sinceramente creo que no era necesario. Por el contrario me encantan algunos diálogos y escenas que transmiten mucha fuerza emocional en el momento preciso.
Los sueños de la niña están de más en el film, Fesser tiene una buena intención y pretende lograr algo encomiable como es fundir el amor con la muerte a todos los aspectos, tanto terrenal como espiritual, sin embargo se queda en una mera declaración de intenciones y encima abusa de este recurso narrativo.
Una fotografía aceptable y una banda sonora bastante decente que acentúa lo justo los momentos duros que son bastantes por cierto.
La interpretación deja bastante que desear compaginando grandísimas interpretaciones (Carmen Elías) con auténticos desastres (generalizando casi todos los niños que aparecen).
Vista en conjunto podría ser simplemente una película decente, pero como el cine español actualmente no está para tirar cohetes que digamos, le he subido su calificación a una obra que es arriesgada y te deja con grandes momentos, eso sí, el final no es uno de ellos.