Quizá no sea una película para todos los públicos, ya que las tramas políticas no se caracterizan por ser precisamente entretenidas.

Pero con el tema de la corrupción y la calidad de nuestra clase política, tan candente en estos últimos años en nuestro país, puede que sí resulte interesante a aquellas personas que quieran ver un ejemplo de cómo funciona el "juego político" antes de unas elecciones y hasta dónde son capaces de llegar los poderes públicos por cerrar bocas, aparentar pulcritud y así aferrarse años tras años a sus puestos y sus cargos de (i)responsabilidad.

Quizá esta película no quede en el recuerdo de nadie. Pero al menos, te hará reflexionar y abrir los ojos (todavía más si cabe) sobre en qué personas estamos depositando nuestra confianza para que nos gobiernen.

Russell Crowe hace de Alcalde poderoso, elitista e influyente de la ciudad de Nueva York, la cual se encuentra próxima a celebrar unos comicios para la renovación o el cambio a la alcaldía. Mark Wahlberg es un ex agente de policía fiel al actual alcalde, el cual le encomienda un "trabajo" para evitar que su nombre quede manchado al borde de dichas elecciones. Sin embargo, no todo será lo que parece.

Papeles bien llevados por ambos. En especial por Russell Crowe.

La Corrupción en mayúsculas (que siempre benefician a unos y dañan, terriblemente a otros), el poder, los trapos sucios, el presente de uno y pasado de otro, entrarán en escena y jugarán al despiste, para acabar ofreciendo una mínima muestra sobre el enrevesado y oscuro mundillo que envuelve a la clase política.