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México México · Ciudad de México
Voto de Iván Rincón Espríu:
6
Romance. Drama Japón, 1929. Chiyo, una niña de nueve años, es vendida por sus padres para trabajar en la casa de Geishas de Nitta Okiya. Su hermana mayor Satsu no es aceptada y es enviada a un prostíbulo. En la casa Chiyo conoce a Pumpkin, otra niña que va a ser instruida para ser geisha, así como a las famosas geishas Hatsumomo (Gong Li) y su rival Mameha (Michelle Yeoh). Los comienzos de Chiyo (Zhang Ziyi) son duros, pero un encuentro con el que ... [+]
20 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama épico, basado en la novela homónima de Arthur Golden, dirigido en 2005 por Rob Marshall, a quien le sientan mejor los musicales.

Tenía todo para ser una obra maestra, comparable con 'Adiós a mi concubina', de Chen Kaige: gran historia, espléndida fotografía que se hace una con la edición y diseño de arte a la altura del mejor cine oriental por su escenografía, vestuario, maquillaje… Pero la película es gringa y, como suele ocurrir, está hablada en inglés. Además, los personajes son japoneses y sus principales intérpretes son de origen chino-coreano-malaya, por lo que su acento, así sea en inglés, lastra el alcance artístico de la producción y su credibilidad. Se trata de las más grandes actrices orientales de la actualidad: Ziyi Zhang, Michelle Yeoh y Gong Li, las estrellas de 'El tigre y el dragón', de Ang Lee, 'Sorgo rojo', de Yimou, y 'Adiós a mi concubina', entre otras. Ziyi es la protagonista y Michelle (que había empezado a envejecer), su maestra.

Al principio hay una escena sospechosamente parecida al principio de 'Julia', de Fred Zinnemann, y los primeros 40 minutos son similares a la primera parte de 'Adiós a mi concubina', para variar. Durante esos 40 minutos, que narran la fatídica infancia de la geisha, los actores hablan con penosa dificultad, y el episodio termina con una toma virtuosa en la que no parece haber intervención digital, sino influencia del cine ruso que armaba complejas estructuras de rieles a través de los cuales una cámara hacía un largo recorrido con giros espectaculares o sutiles cambios de sentido. En seguida, entran en escena las dos estrellas femeninas del nuevo wuxia pian, y el idioma deja de ser un lastre sonoro, pero sigue siéndolo en términos culturales. Gong Li aparece desde el principio en el papel de malévola adversaria que le sienta a la perfección; tenía 40 años y parecía de 30.

Un tercer defecto está en los ojos azules (como de Husky Siberiano) que afean el rostro de Ziyi, aunque la mujer es encantadora y adorable, todo en ella es gracia, inocencia y vulnerabilidad; sus movimientos son elegantes y precisos; a pesar del idioma, su voz no deja de ser musical. La tristeza rima con belleza y el momento más sublime de su actuación lo confirma, pero luego viene un final complaciente, como de telenovela…

Al ver el nombre de Steven Spielberg en los créditos como productor, uno entiende por qué la distancia entre Joligud y el Lejano Oriente es del tamaño del mundo.
Iván Rincón Espríu
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