Con un guion sencillo y entretenido nos sumergimos de lleno en una realidad, edulcorada a primera vista, pero cruel y salvaje. Entramos de lleno en los sueños de la mitad de la población mundial, buscamos entender cómo sobreviven y cómo apelan a su yo interior para intentar mezclar la realidad con la esperanza y no morir en el intento. Los personajes tienen ese toque cercano, lleno de congruentes acciones que muestran calidad humana a través de cada fotograma. Sus educadas formas son una oda al raciocinio, pero insertado en una realidad. No peca de ingenuidad, si no que son personajes no solo creíbles si no veristas y objetivamente realistas. Los diálogos, con esa mezcla de idiomas, al igual que la trama es una representación gráfica de acontecimientos naturales y habituales. Un bodegón de circunstancias plausibles. La contención da además ese toque próximo y sin sobresaltos ni giros argumentales extravagantes, solo con delicadeza, logra introducirnos en esa realidad contada. Todo un logro que algo tan pequeño sea tan grande.