Sin apenas presupuesto, con un guión que semeja diseñado por un cenutrio e interpretada en su papel estelar, por un bloque de hormigón con músculos, no parecen cualidades demasiado atractivas más que para recomendar el váter más cercano. Sin embargo, será por su inaudita falta de vergüenza, su primaria sencillez o quizás su hiperbólica e inocente existencia, dentro del sumum global de productos de química sobreestudiada y precocinada, que incluso me ha hecho pasar un rato divertido.

La repetida constante del superhéroe castizo no es nada nuevo, Troma apuntó un primer esbozo allá por el 1985 con la gloriosa "El vengador tóxico" aunque con un despiporre cáustico muy diferente y más propio de sus pautas y posteriormente muchas otras continuaron el camino, hecho ya autopista en los últimos tiempos, cuando recordamos casos recientes como "Defendor" (2009) o la mismísima "Kick ass" (2010), obra cumbre, en mi modesta opinión. Ésta que nos ocupa se une a la causa, pero con unas extrañas características autóctonas particulares, además de esa simpleza orgánica que genera, en muy determinadas ocasiones, una perversa y casi inconsciente atracción e identificación.

Por todo ello, no debemos esperar gran cosa, si el hecho de que pase volando, nos sorprenda gratamente su carencia de autoestima y nos envuelva un simpático halo de patetismo durante todo el recorrido, no nos resultan suficientes y valorables aptitudes.