Por salvar algo, el tono y la ambientación. Todo lo demás, lamentable. Que Vázquez tuvo una vida algo más que desordenada, es conocido, pero la recreación de ella en esta película cae de lleno en lo grotesco y el disparate. Segura hace una vez más de Santiago, es decir, se pasea sin alma y sin gracia alguna haciendo imposible creerse a un espabilado en un mundo de imbéciles muy imbéciles. Lo que más duele de este espantajo es la cantidad de organismos oficiales que abren la cinta y, sin duda, la cantidad de dinero de nuestros impuestos que se ha dilapidado en esta cosa. El gran Vázquez merecía mucho más.